Tener maestría sobre como nos movemos comprender romper límites en relación a como nos percibimos a nosotros mismos, en el contexto de nuestro propio espacio corporal. No se refiere a acumular habilidades complejas de movimiento, sino a acceder a rangos de movimiento libres, cómodos y expresivos.

Cuando reconocemos que al movernos en un entorno o atmósfera, en realidad esta influye en cómo dicho movimiento acontece en el espacio que nos rodea, e influye o incluso modifica, la forma en que somos sostenidos por la fuerza de gravedad. Movernos comprende una relación entre atmósfera interna y atmósfera externa.

Estamos acostumbrados a pensar que requerimos técnicas y procedimientos para movernos, o más bien para hacer ejercicio, ya que solo pensamos que eso representa movernos.

Que pasaría si nos diéramos cuenta que no se trata de conocer una metodología de movimiento, sino de sentirnos motivados a abrir nuestras fronteras de percepción y por lo tanto de exploración.

Realizar prácticas de conciencia corporal nos permite sentirnos mas vivos, mas atentos y relajados a un mismo tiempo. Comprende regresar en el tiempo a nuestro origen embriológico y volver a hacer el recorrido circular y en espiral, a través del cual fuimos, y seguimos, construyendo nuestra realidad física, evolucionando desde la fluidez líquida hasta la consolidación de nuestro cuerpo y su forma actual.

Cuando dedicamos tiempo a sentir, a sorprendernos, a alentar nuestra curiosidad e interés en nosotros mismos como proceso, nos comprometemos mas con nuestra propia existencia y sus múltiples sutilezas. Descubrimos que la manera en que podríamos movernos tiene el potencial de dejarnos volver a sentir mas fluidez y ligereza cuando la necesitamos, o mas fuerza y presencia cuando eso se requiere. Podemos escoger como responder a la vida.

Cuando nuestro movimiento es vivido como una conversación con nosotros mismos y con nuestro entorno, y ese diálogo despierta en nosotros mayor conciencia, rompemos mucho mas fácilmente con el hábito de ser quienes somos, siempre atrapados en un escaso repertorio de movimientos que básicamente son habituales y cada vez mas restrictivos de nuestra auténtica capacidad expresiva.

La manera en que nos movemos va a determinar la forma en la que nos relacionamos con la vida, con los demás y con nuestro entorno. Si solo avanzas hacia adelante y rara vez giras la cabeza, y mucho menos el cuerpo entero de lado a lado, verás muy pocas cosas y te será mas fácil mantenerte atrapado en tu pensamiento que en la experiencia sensorial que te ofrecen tus alrededores.

El acto mas revolucionario que podemos realizar es el de cultivar presencia durante nuestra relación cotidiana con nosotros mismos en todo lo que hacemos, y sobre todo recordar la versatilidad de respuestas que podemos dar a nuestras experiencias, así como a los encuentros con los demás.

Nuestra habilidad para movernos puede tener una infinidad de posibilidades y cada una de ellas dará color a una intención diferente.

Hemos construido ambientes no funcionales, incómodos, y carentes de organicidad, tanto en casa como en los espacios de trabajo; y sin darnos cuenta, empezamos a sentirnos limitados por las consecuencias de este manejo de nuestro medio ambiente y de nuestros espacios de convivencia:

  • Tenemos limitaciones para movernos y nos frustramos con nuestro cuerpo, pero difícilmente nos interesamos en cambiar eso.
  • Nos conformamos con pasar de la cama a un asiento, y de ahí a otro, para regresar a la cama nuevamente y dormir cansados, por tanta tensión corporal.
  • Casi siempre nos sentamos en los mismos lugares y en las mismas posturas.
  • Aceptamos la progresiva rigidez de nuestro cuerpo como una realidad ineludible sin hacer nada para evitarlo.
  • Hemos perdido el contacto con el mundo natural, y en general se nos olvida incluso mirar hacia el cielo, o hacia las plantas o árboles que se encuentran en nuestro camino.
  • Nuestras relaciones se ven afectadas por nuestros entornos que con frecuencia son limitantes y llenos de estorbos.
  • De hecho, la mayor parte de los lugares públicos son cada vez mas incómodos y restrictivos.
  • Al desconectarnos de nosotros mismos, empezamos a vivir en piloto automático, y ese estado va empobreciendo no solo la experiencia de nosotros mismos, sino que va cerrando el ángulo de nuestra mirada mental y emocional, y por lo tanto, afecta nuestra manera de relacionarnos.

Estar cómodos y tener un espectro de movimiento libre y expandido, comprende mucho mas que hacer ejercicio; es una manera de vivir conscientemente, comprende una puerta hacia la conexión con nosotros mismos y por lo tanto una posibilidad de sanación y recuperación constante.

Atrévete a cuestionarte sobre la libertad de movimiento, y disfruta el juego de moverte libre y creativamente a lo largo de tu día. Sé indiferente a las miradas de los demás y dáte la oportunidad de estirarte, bostezar o inclinarte hacia adelante y hacia los lados, e incluso tirarte al suelo, cada vez que tu cuerpo te pida un encuentro con el propio espacio interno. Cambiemos las reglas de civilidad social con respecto al derecho a movernos más.