Cuando estudias tu sistema nervioso desde la perspectiva de una experiencia corporal consciente, atestiguas tu ser profundamente: tu sistema nervioso sostiene el holograma de tu personalidad y tu sentido de ser… se te invita a equilibrar tu ser perceptivo con tu ser activo, a equilibrar tu yo central (quien eres) con tu yo periférico (cómo consigues lo que necesitas) y a equilibrar tu yo alerta y defensivo con tu yo relajado y que se nutre a sí mismo.”

Mark Taylor

El estudio de movimiento del cuerpo en el espacio no quedaría completo sin una introducción general al sistema nervioso, el sistema de comunicación y regulación que permite sentir y mover. Se divide ampliamente, según su localización, en Sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal) y periférico (nervios que viajan desde el centro a la periferia llevando información).

En cada vértebra salen nervios que forman plexos o conjuntos de nervios, que van a inervar regiones específicas del cuerpo. Si sabemos su ubicación, mantendremos una práctica cotidiana que respete el espacio por donde nace y corre el nervio (podemos visualizarlo como el cauce de los ríos). Así es posible conocer el origen de cierto malestar, buscando el nacimiento del nervio (un problema en codo, hombro o muñeca puede estar relacionado con un cuello tenso, ya que el plexo braquial que inerva el brazo tiene su origen en las cervicales).

A nivel funcional, se divide en voluntario y autónomo o vegetativo. El sistema autónomo se encarga de mantener las funciones de supervivencia, inervando el corazón y otros órganos y glándulas. A su vez se divide en simpático, el cual es responsable de las acciones que nos ayudan en las respuestas ante una amenaza (pelear o huir), y el sistema parasimpático, que controla actividades de regeneración y asimilación.