¿Te sientes una persona mentalmente dispersa?
¿Te es difícil poner atención a una conversación, a un libro, a un curso?
¿Consideras que te es difícil concentrarte?

Nuestro sistema nervioso está permanentemente siendo moldeado por nuestros hábitos. Esos hábitos están comprendidos en gran medida por nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestros deseos, y por múltiples procesos que suceden por debajo de nuestra conciencia.

Durante muchos años se pensaba que el cerebro no cambiaba, excepto para irse deteriorando progresivamente. Invariablemente escuchamos a la gente decir, o lo decimos nosotros mismos, que todo proceso de pérdida de memoria, o de falta de concentración o enfoque, se debe a los años que tenemos, a que estamos envejeciendo. No sólo lo justificamos, sino que lo aceptamos resignados y sin cuestionarnos.

Sin embargo, también podemos reconocer que tenemos la habilidad de recordar ciertas cosas, mientras que olvidamos otras.

Eso puede hacernos reflexionar sobre algo muy importante: ¿a qué le prestamos atención? Ya que somos selectivos, y no cabe la menor duda que es valioso tener un buen grado de selectividad, pues no solo sería imposible poner atención a todo, sino que sería terrible poder hacerlo, pues sería muy complejo procesar todo. Viviríamos muy angustiados, y probablemente no podríamos ni dormir o descansar.
Sin embargo, lo que si podemos hacer es desarrollar maestría sobre nuestra atención, elegir inteligentemente, donde queremos poner nuestra atención, y también saber cuando queremos retirarla.

Poder poner atención nos permite tener mejores relaciones, nos ayuda a saber cuidarnos, nos conduce a lograr nuestros objetivos. Cuando refinamos nuestra atención reconocemos lo que necesitamos, pero también lo que realmente necesitan los que nos rodean.

Una extraordinaria maestra de psicología profunda, de Pacifica Graduate School, Betty Perlus, nos condujo, durante un taller, a comprender como, una buena parte de lo pasa en nuestro mundo, incluido el deterioro del entorno, así como la, a veces tan escasa compasión humana, deriva de que ya no nos damos el tiempo para mirar alrededor nuestro.

Estamos tan atrapados en nuestros laberintos mentales, en nuestra ansiedad, en nuestras preocupaciones, en la autocrítica, que acabamos encarcelados en nosotros mismos. Repetimos patrones de conducta, acabamos comiendo lo mismo día tras día, utilizando muy poco de lo que tenemos, incluso los espacios donde habitamos…..y que decir de nuestro cuerpo y sus posibilidades expresivas.

Lo mas importante a educar es nuestra propia atención. Paradójicamente, lo primero que debemos hacer es desmantelar a una de dos posibles tendencias mentales: la mente hipervigilante, o la mente letárgica. En yoga la primera sería considerada una mente pitta, la segunda una mente tamas, y las personas tendemos a inclinarnos a una o a la otra.

Es decir que para entrenar la atención, primero debemos aprender a llevarla hacia el interior. Una de las herramientas mas importantes para lograrlo es la práctica de la meditación y desde luego la práctica consciente de la respiración.

El territorio idóneo para lograr entrenar la atención es nuestro propio cuerpo. Empezar por poner atención a las sensaciones que nos producen las experiencias de la vida y como estas se expresan en nuestro cuerpo. Esto nos permitirá saber poner límites, de la misma manera que nos permitirá entregarnos a aquellas experiencias gratas y amables. Nos ayudará a cambiar de dirección cuando lo necesitemos, en lugar de caer una y otra vez en los mismos laberintos mentales.

¿Cómo lograrlo?

  • Establece la intención de regalarte cotidianamente un espacio de encuentro contigo mismo, y si es posible, dos veces al día: cuando iniciamos el día y cuando concluimos.
  • Inicia ese encuentro enmarcándolo en un entorno de relajación accediendo amigablemente a tu respiración.
  • Permite que el espacio que utilices vaya convirtiéndose en un entorno que posee las cualidades de aquello que para ti represente algo sagrado, placentero y armonioso.
  • Deja que tu cuerpo haga una amigable transición de sistema nervioso simpático a sistema nervioso parasimpático. Para ello, la respiración y el movimiento consciente son extraordinarios, tal como asanas realizadas con mucha conciencia.
  • Dáte tiempo para traer a la conciencia memorias agradables y deléitate en recordarlas al tiempo que profundizas en tu respiración. Entre esas memorias o pensamientos está todo aquello por lo que estás agradecido, aquello que te hace sentir cuidado. Desde lo fisiológico, estimularás a los neurotransmisores del placer y del bienestar.
  • Haz recorridos corporales que te permitan reconocerte como un ser completo, total, al que no le falta nada, ni necesita compararse con nadie.

¿Y cómo va esto a ayudarnos a afinar nuestra atención?

  • Cuando cultivamos los referentes internos, podemos encontrarnos con uno de los aspectos mas importantes, tanto de nuestra mente, como de nuestra respiración: la pausa.
  • El tesoro de cultivar la pausa nos enseña que no requerimos de millones de estímulos externos para entretenernos. La pausa nos conduce a saborear aquellas pequeñas observaciones, aquellos minuciosos detalles que se convierten en algo muy valioso para cualquiera de los sentidos que estén involucrados en ello.
  • Recuerda, la mente está permanentemente siendo moldeada por lo que escoges fomentar, y es mejor que tu lo elijas, a que seas inconscientemente seleccionado por una mente condicionada.
  • Aprendamos a esperar a la mente y dejar que traiga a la superficie memorias, recuerdos, nombres, lugares que son significativos para nosotros; y dejemos que esa calidad de atención, nos ayude a relacionarnos con las experiencias de la vida y con las personas desde un lugar caracterizado por el cuidado que sostiene.