La conciencia es la Iluminación en sí misma. Con solo unos pocos segundos de atención plena, podemos transformar nuestra conciencia. Estar consciente de que estás vivo, con un cuerpo que es suficientemente fuerte y suficientemente sano, eso es en sí Iluminación. Nuestro cuerpo es una maravilla.”

Thich Nhat Hanh

Aspirar, significa anhelar con gran intensidad aquello que queremos lograr. El deseo genera vitalidad en nuestra vida. Cuando existe en nosotros el impulso que nos lleva en la dirección de lo que deseamos, podemos utilizar esa maravillosa fuerza como energía creativa para afinar nuestros hábitos cotidianos, de forma que se conviertan en actos evolutivos.

La comodidad y la ligereza en nuestra vida suceden cuando entendemos que la vida comprende ciclos dentro de otros ciclos mas amplios y que entre cada uno de ellos hay puntos de transición. Esos periodos de transición son, precisamente, estaciones de paso muy valiosas, en las que podemos soltar cargas y a la vez renovarnos.

Es tan sencillo como darnos tiempo para observar esos puntos de transición entre la noche y el día, entre el tiempo del descanso y del de despertar, o viceversa, y reconocer que justo ahí tenemos cada día, la oportunidad de recordar nuestras aspiraciones y de establecer nuestra intención antes de dormir, o antes de iniciar el día, para renovar nuestra intención de vivir con conciencia. Así mismo pasa con las estaciones del año, que cada una de ellas nos plantean cambios en nuestros hábitos de vida, de alimentación y de cuidados personales cotidianos.

Cada uno de nosotros podemos cultivar conscientemente nuestra vitalidad, alegría, aspiración y capacidad de deseo profundo, a través de darnos tiempo y espacio para poder mirar hacia adentro y así reconocer en nosotros esa fuerza, y asi encauzarla adecuadamente durante los distintos ciclos. Sin aspiración no estamos suficientemente vivos.

En la tradición yóguica, como practicante, te conviertes en un sadhaka, cuyo significado es ser aspirante. Aspiramos a vivir con intención, reconocemos que nuestra vida tiene sentido. Comprende saber que en nuestra vida cumplimos un dharma, una misión, y para lograrla, requerimos de claridad en nuestra acciones.

En la misma línea, la filosofía yóguica nos habla de Abhyasa, otra palabra sánscrita que se refiere a dicha intencionalidad y a constancia e incluso repetición en nuestros hábitos, a aprender a ver a nuestra práctica como el territorio para fortalecer el potencial que nos conduce a vivir con un propósito de evolución espiritual.

Evolucionamos cuando usamos nuestra propia curiosidad para optimizar nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras emociones e incluso nuestras relaciones.

Somos aquello que repetimos constantemente. La excelencia no es un acto, sino el cúmulo de hábitos que podemos llamar nuestra vida personal.

Es buen momento para hacer un inventario para el 2018 de todos los hábitos evolutivos que te propones cultivar.

Mis mejores deseos para ti y para los tuyos!!!